Una decepción más, y cúantas van…¿?

Compromiso, horas de estudio, noches sin dormir, libros, apuntes, resúmenes, resaltadores gastados, comprensión, análisis….Nada parece suficiente a la hora de rendir un final.
Esta vez me gustaría cuestionar, desde mi humilde lugar la forma de evaluación del aprendizaje en la facultad, porque considero que ningún parcial, examen o final puede probar lo que uno realmente sabe.

¿Cómo lo van a probar si intentan que uno sepa los contenidos de manera mecánica, de memoria y sin reflexión?
Los tradicionales Multiple Choice, ¿qué manera de evaluar es esa?, ¿cómo pueden poner nota por hacer Ta-te-ti? ¿Cómo saber si el que sacó 8 realmente estudio o libró su suerte al azar?...A nadie le importa.
En este caso, también encuentro la falla en los estudiantes, quienes se alegran cuando el profesor anuncia que el examen será de esas características, ¿por qué?, porque no tienen que estudiar…tanto, porque con leer una vez los apuntes ya está, pero no se dan cuenta de que el contenido de esa materia va a perderse, como si nunca se hubiese estudiado, como si nada….y ¿saben qué?, A nadie le importa…
Siempre vemos en los demás, y en nosotros mismos, la indignación cuando alguien que no estudió se saca una nota alta en un final que es múltiple opción y uno se conforma con un 4 siendo que al menos leyó el material de estudio, y ¿por qué hacerlo?, si a nadie realmente le importa…
Cómo probar que el estudiante sabe, si desde hace 7 años atrás, una cátedra toma exactamente el mismo final, si desde hace 7 años no cambia la bibliografía: ni un texto más, ni un texto menos, si en esos 7 años, los mismos 7 temas se pasan de mano en mano entre los estudiantes y así de a poco van aprobando la materia.
El interés es tan ínfimo, que hasta da vergüenza ajena, los profesores toman como tema 8, 9 y 10, sólo repeticiones de los anteriores 7, ¿para desorientar?, ¿para qué?, ¿con qué fin? No les importa...
La modalidad Verdadero o Falso, otro truco más para corregir rápido y que los errores aparezcan en el futuro, ¿cómo pretender que un profesional sea apto para el ámbito laboral el día de mañana si durante años se lo ha evaluado de forma vulgar, como si fuese un juego, como si se tratase de lograr acertar la respuesta?, una vez más el ta-te-ti ¿A alguien le importa? No…
Una vez más me encuentro en medio de la nada, después de tanto estudiar, después de tanto aprender, de aprender a comprender, de aprender a analizar, de aprender a saber y no repetir únicamente lo que dice el libro, el mismo que hace 7 años, mi cabeza se encontró con un paredón.
No me dejaron demostrar lo que sé, no le dieron espacio a lo que tenía para dar, no permitieron que haga valer el tiempo que dedique a hacerme más capaz, no les importó. Me dejaron con una carga más, me obligaron a tener que resignar mis intenciones de llegar más lejos, me llevaron a la frustración, una vez más y cuántas van… ¿?
Hoy me siento dueña de la nada, no cuento con otra posibilidad, no puedo rendir más. Con esta lucha desinteresada, con esta pelea que no lleva a nada, con este reclamo que nos afecta de una manera que los profesores no logran medir, estoy sin saber que hacer.
Como a muchos de mis compañeros, me espera un verano plagado de libros y materias que en estos dos turnos no pude rendir.
Hace unos días, fui una de las que rindió mal uno de los pocos finales que podía.
Hace unos días me di cuenta de que un examen no te cambia la vida.
Hace pocos días reaccioné de que una promoción, un diez, un aprobado, no valen nada a comparación del esfuerzo y la capacidad de cada uno de superarse, de ir más allá de lo que nos dice el apunte, de reflexionar, entender, asimilar la información.
Hace unos días me di cuenta de que el futuro esta en nuestras manos, y que está en cada uno hacerlo valer, de verdad...



Estefanía Grasso.